Teoría del apego. Vinculación afectiva.
La Teoría del Apego (Atachment) se desarrolla a principios de los años cincuenta, desde una perspectiva etológica. Sus principales exponentes son: J. Bolwby y M. Aisworth (Aisnworth 1968, 1982, 1989; Ainsworth, Bell 1970; Ainsworth, Bell, Stayton, 1971, 1974; Ainsworth, Blehar, Waters, Wall 1978; Ainsworth, Bowlby, 1991; Bowlby, 1939, 1940, 1944, 1949, 1951, 1958, 1960a,1960b,1968, 1977, 1980,1984b,1985, 1988, 1989a; Bowlby, Durban 1939).
En el marco teórico sobre la teoría del apego (Attachment) partimos de los trabajos de investigación de Bowlby (1969, 1973, 1995), Stern (1985) y Tronick (1989).
Robertson (1953a, 1953b) y Bowlby describieron los patrones de conducta que podemos observar en los niños que sufren un alejamiento súbito y mantenido de sus hogares y que se ven instalados en ambientes extraños: «siempre que un niño pequeño que ha tenido oportunidad de desarrollar un vínculo de afecto hacia una figura materna se ve separado de ella contra su voluntad, da muestras de zozobra; y, si por añadidura, se lo coloca en un ambiente extraño y se le pone al cuidado de una serie de figuras extrañas, esa sensación de zozobra suele tornarse intensa. El modo en que el chiquillo se comporta sigue una secuencia característica. Al principio protesta vigorosamente y trata de recuperar a la madre por todos los medios posibles. Luego parece perder la esperanza de poder hacerlo. Aun así, sigue preocupado y vigila su posible retorno. Posteriormente parece perder el interés por la madre y nace en él un desapego emocional. Sin embargo, siempre que el período de separación no sea demasiado prolongado, ese desapego no se prolonga indefinidamente. Más tarde o más temprano el reencuentro con la madre causa el resurgimiento del apego» (J. Bowlby 1968, pp. 45).
Con Robertson, Bowlby no solamente estudió los efectos de la separación precoz de los niños y de sus madres, sino que también pudo comprobar que una figura de apego sustituta podía darle consuelo.
Esta figura sustituta podía facilitar el establecimiento de un vínculo emocional que impedía el deterioro y que permitía al bebé mantenerse en una situación de seguridad hasta que se reunía con su madre. Estudios actuales indican que la separación de un mes o más del niño de su madre durante los primeros 5 años de vida es de alto riesgo para trastornos relacionados con la salud mental (Steele y Siever, 2010).
Bowlby formuló la teoría de que según la relación que estos niños establecían con sus figuras de apego (la madre o cuidador principal) a edades tempranas, organizarían el tipo de vinculaciones afectivas que establecerían a lo largo de su vida.
Por apego entendemos una disposición a mantener proximidad y contacto (lazo de afecto) con una figura de carácter protector, denominada «figura de apego»: «El comportamiento de apego es una forma de conducta instintiva que se desarrolla en el hombre, al igual que en otros mamíferos, durante la lactancia y tiene como finalidad o meta la proximidad de la figura materna. La función del comportamiento de apego consistiría en la protección contra depredadores. Tal conducta se muestra especialmente intensa durante la niñez, cuando está dirigida hacia figuras parentales, pero continúa activa durante la vida adulta, en la que generalmente es encauzada hacia alguna figura activa y dominante, que con frecuencia se trata de un pariente, pero también a veces de un jefe o alguna persona de más edad que pertenece a la comunidad» (Bowlby, 1986b, pp. 111).
El apego estaría relacionado con la protección que esa figura principal de vinculación tiene con el bebé. El temor a la pérdida o el abandono de esa figura será vivido con niveles muy importantes de angustia por el bebé o niño. Bolwbly comprobó la existencia de esa angustia de separación al observar los efectos negativos padecidos por los niños, que fueron separados de sus padres en la Inglaterra de la postguerra.
También pudo comprobarlo en su trabajo como médico con adolescentes procedentes de familias conflictivas. Estas experiencias fueron determinantes para que Bowlby entendiera los efectos e influencia de los primeros vínculos afectivos y de su transmisión transgeneracional en el desarrollo de la personalidad del niño.
Cuando Bowlby (1985) se refiere a la figura de vinculación o de apego, se refiere a si existe o no la posibilidad de que esta figura sea accesible al bebé de forma inmediata y si ésta es capaz de responder de manera apropiada a sus necesidades, dándole protección y consuelo.
Esto permitirá también que el niño sea capaz de interactuar con los otros sin ansiedad y poder organizarse y elaborar situaciones traumáticas o problemas emocionales que puedan aparecer a lo largo de su vida. Si estas primeras relaciones se desarrollan de forma correcta hablaremos de una base segura.
Así pues, se definen 4 tipos de apego: 1) Seguro: los otros son considerados como fuente de bienestar y son niños que tienen capacidad para empatizar con el otro y reflexionar sobre sí mismo; 2) Preocupado: los puntos de la historia personal están centrados en el rechazo, la negligencia y la inversión de roles y son niños que tienen muchas dificultades para organizar su historia y sus relaciones interpersonales, tanto pasadas, presentes como futuras; 3) Evitativo: son niños que tienden a negar los aspectos difíciles de su infancia, con actitudes de desvalorización hacia el apego; 4) Desorganizado no resuelto: característico de las personas que han tenido pérdidas muy significativas de su figura de apego, maltrato, negligencia y/o abusos sexuales en su infancia, y son niños que presentan graves dificultades en las relaciones interpersonales y tienen un alto riesgo de desarrollar problemas de tipo psiquiátrico y/o de adicciones (Main 2000; Main, Goldwyn, 1991; Main, Goldwyn, Hesse, 2003; Main, Kaplan, Cassidy 1985).
En la revisión y actualización de la literatura referente a la teoría del apego encontramos líneas de investigación entre apego y neurociencias, relación entre apego seguro y capacidad de mentalización o función reflexiva y habilidades sociales y conductas agresivas, relación entre FR y conductas agresivas, malos tratos; negligencias y abusos sexuales; transmisión generacional del maltrato y centros residenciales de acción educativa para menores retirados de sus familias como sistema de protección.